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SHALLAP

AGUAS ACIDAS, HACIENDO FRENTE A UN NUEVO DESAFIO EN LA CORDILLERA BLANCA

Una realidad que afecta a las comunidades y ecosistemas de los Andes
Científicos, instituciones y comuneros trabajan juntos respuestas adaptativas de biorremediación de las aguas ácidas.
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Retroceso glaciar compromete la calidad
de agua en la Cordillera Blanca

En los ecosistemas alto andinos, el rápido deshielo de los glaciares no solo pone en peligro el suministro de agua para las poblaciones locales, sino que también afecta su calidad.

Los glaciares se han convertido en los íconos más visibles del cambio climático. En termómetros masivos y extremadamente sensibles a los cambios atmosféricos, indicadores crudos y precisos de que el ritmo de retroceso no sólo continua, sino que se acentúa, a nivel mundial. La Cordillera Blanca ubicada en el departamento de Ancash, al norte del Perú, compuesta por una cadena zigzagueante de picos nevados y glaciares, no es la excepción.

Considerada la mayor cadena de montañas nevadas tropicales del mundo, la Cordillera Blanca ha perdido en los últimos 54 años, 277.45 km2 de superficie glaciar, que hasta el 2016 cubría un área total de 448.81 km2.  La mayor reducción glaciar se ha producido en los últimos 13 años (2003-2016), donde 78.81 km2 de hielo, han desaparecido. Podríamos decir que cada año se pierden cerca de 5 km2. A este ritmo y de mantenerse las condiciones climáticas actuales, los glaciares desaparecerían en el año 2111 (INAIGEM, 2018), pero los impactos de su retroceso ya son tangibles para las comunidades locales. El panorama futuro se puede imaginar con gran preocupación, considerando que la Cordillera Blanca es uno de los activos naturales más importantes del país por almacenar la mayor reserva de agua dulce sólida como líquida del Perú, además de cientos de lagunas de origen glaciar que se han formado a lo largo del tiempo y que componen el paisaje y la geografía del lugar.

Estos enormes depósitos de agua dulce, alimentan de manera natural los ríos y lagunas que abastecen a las poblaciones asentadas debajo. En los ecosistemas alto andinos, el rápido deshielo de los glaciares no solo pone en peligro el suministro de agua para las poblaciones locales, sino que también afecta su calidad, despojándolo de su valor vital; Ser un recurso útil para sostener el desarrollo de la vida y del medio ambiente.

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Drenaje de roca ácido,
daño colateral del cambio climático

En la Cordillera Blanca, el deshielo está generando un desbalance del ciclo del agua, además de un incremento de la contaminación por DAR y de metales pesados en la cuenca de Quillcay, de donde deriva la microcuenca de Shallap.

El cambio climático es el principal problema ambiental global al que se enfrenta la humanidad. Como una máquina irascible que ha perdido toda lógica, produce situaciones extremas. Inundaciones y sequías. Olas de calor y de frío. Retroceso glaciar. Aumento del nivel del mar. Situaciones límite que afectan de múltiples maneras, en mayor y menor medida, a todas las regiones del planeta; y de las cuales se desprenden consecuencias indirectas, daños colaterales que empiezan a surgir de manera remota en los contextos más vulnerables, como es el caso del drenaje ácido de roca o DAR. Este fenómeno responde al acelerado ritmo de desglaciación que enfrentan los nevados, dando lugar a la formación de aguas extremadamente ácidas, y que hoy constituye uno de los problemas ambientales que más preocupa, en regiones glaciares.

El drenaje de roca ácida es considerado un evento natural, que se genera por la exposición de diferentes tipos de roca mineralizadas, con especial presencia de pirita y otras rocas sulfurosas, que por miles de años han permanecido cubiertas, cobijadas por el hielo glaciar, y que, al derretirse, están exponiéndose por primera vez a la atmosfera. Al entrar en contacto con el agua y el aire de la intemperie, los minerales se oxidan, produciendo compuestos sulfatados que acidifican las aguas y crean el medio ideal para la disolución de metales, como el hierro, cadmio, arsénico, manganeso, y otros más. Este proceso contamina las aguas superficiales, subterráneas y los suelos por donde discurre el drenaje ácido (Xu et al. 2013; Reyes Nolasco, 2018), que ¨poco a poco y a lo largo del tiempo, como una enfermedad crónica, lo metales y la acidez se van liberando y trasportando a grandes distancias¨, como lo describe el Dr. Raúl Loayza, director del laboratorio de ecotoxicología de la Universidad Cayetano Heredia.

Bajo los efectos actuales del calentamiento global, la contaminación por DAR es inevitable, y la velocidad en la que está ocurriendo en los Andes, supera lo esperado. En la Cordillera Blanca, el deshielo está generando un desbalance del ciclo del agua, además de un incremento de la contaminación por DAR y de metales pesados en la cuenca de Quillcay, en Ancash. Esta situación pone en riesgo la integridad de los ecosistemas y genera impactos económicos y sociales negativos sobre las poblaciones locales que dependen de los recursos hídricos y biológicos de la cuenca. Las consecuencias empiezan a manifestarse en la disminución productiva de especies vegetales, el deterioro de los suelos, el ganado enfermo, y los ríos que se tornan naranjas.

¨La pérdida de masa en los glaciares es inevitable, en las próximas décadas y centenos, aunque reduzcamos las emisiones, esto no se frena¨, ha declarado la ONU en su último informe publicado en agosto del año 2021, sobre el cambio climático. El retroceso glaciar tendrá consecuencias determinantes sobre la disponibilidad del agua de la región andina, considerando que los ríos cargan su caudal durante el período de lluvias entre los meses de diciembre a abril, mientras que, para el período seco, entre mayo y noviembre, buena parte del caudal depende del deshielo glaciar, como por ejemplo, el Río Santa que atraviesa enteramente y abastece de agua a la región de Ancash, le debe aproximadamente el 40% de su caudal al deshielo glaciar durante la estación seca (Reyes Nolasco, 2018).

En los próximos años van a presentarse importantes reducciones en la disponibilidad de agua, mientras se agudiza la contaminación natural por DAR, comprometiendo el abastecimiento, consumo y desarrollo de actividades productivas para las poblaciones locales. Ante una realidad que la ciencia empieza a catalogar como irreversible, los esfuerzos e ingenios, necesitan orientarse en adoptar medidas de adaptación, desarrollando soluciones y acciones que permitan reducir y responder a los efectos actuales y futuros.

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Labor de monitoreo y recuperación de agua en las microcuencas de Cojup, Quillcayhuanca y Shallap

Los indicadores muestran alto nivel de acidez y contaminacion por metales de varias fuentes principales de agua

La disponibilidad de agua de calidad condiciona de manera directa la calidad de vida. En este sentido, el monitoreo constante de las diferentes fuentes de agua es una estrategia que permite determinar acciones de intervención para protegerlas.

El Instituto Nacional de Investigación en Glaciares y Ecosistemas de Montaña (INAIGEM) es el ente rector en investigación científica en glaciares y ecosistemas de montaña, que promueve una gestión sostenible que sirva a las poblaciones que viven o se beneficien de estos ecosistemas. En este sentido, la Dirección de Investigación en Ecosistemas de Montaña (DIEM) desarrolla estudios de la calidad del agua en los ecosistemas donde se conoce que hay problemas de generación de drenaje ácido de roca. Esto contribuye con el desarrollo de investigaciones científicas sobre los impactos y vulnerabilidad frente al cambio climático de los sistemas naturales en estos entornos.

Una de las principales unidades hidrográficas (UH) aportantes a la cuenca del río Santa es la UH Quillcay. En ella se encuentran las microcuencas Cojup, Quillcayhuanca y Shallap, ubicadas en la provincia de Huaraz, capital del departamento de Áncash. Los requerimientos del recurso hídrico en la UH Quillcay se clasifican en tres: para uso agrario, para uso poblacional y para otros usos. La oferta hídrica de la UH Quillcay corresponde a un sistema de cuenca alta no regulado. Es decir, las descargas se presentan tal cual ocurren en la naturaleza, con aporte de las precipitaciones, lagunas, nevados y manantiales, en forma natural. La DIEM realiza evaluaciones de las aguas superficiales desde el año 2015 en la microcuenca Quillcayhuanca y desde 2016 en las microcuencas Cojup y Shallap (PDF).

“El trabajo que hacemos en esta zona es medir los parametros fisoquimicos como PH, tomamos muestras de agua para análisis de metales y tambien medimos el caudal.¨ explica Yeidy Montano Chávez, especialista ambiental de INAIGEM, durante una de sus frecuentes salidas de campo. Luego añade, ¨dentro de esta quebrada de Shallap tenemos 9 puntos de monitoreo, y por ejemplo en el punto donde sale el agua de la laguna Shallap, hemos medido un PH de 3,2, son aguas muy acidas que incrementan los metales en el río principal”.

Hasta el 2018 las muestras se tomaban tres veces al año, específicamente en temporada húmeda, seca y de transición, pero a partir del 2019, las evaluaciones se realizan en temporada húmeda y seca. Estas muestras son enviadas a laboratorios acreditados para analizar el contenido de metales totales. Los resultados fueron comparados con los Estándares de Calidad Ambiental (ECA) para agua,correspondiente a la conservación del ambiente acuático, resultando en altas concentraciones fuera de la norma.

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Un gran deseo para una pequeña comunidad

A partir de la década del setenta, las aguas transparentes del Rio Negro, principal fuente de agua para el poblado de Canrey Chico, empezaban a teñirse de un color rojizo ferroso, como el del ladrillo.

A comienzos del 2021, la comunidad Cordillera Blanca, del poblado Canrey Chico en el distrito de Olleros, en Huaraz, recibía con gran emoción los resultados del concurso internacional Solution Search: Water Pollution and Behavior Change, que destaca y apoya proyectos innovadores que busquen reducir y prevenir la contaminación del agua. El proyecto presentado por aquel pequeño poblado de a penas 80 familias campesinas, había quedado finalista entre 100 proyectos presentados por 33 países. Ganar el premio que les permitiría ampliar el proyecto de biorremediación de aguas, dependía de la cantidad de votos virtuales que pudieran obtener. Una condición desfavorable para una comunidad remota, asentada sobre los 3,6000msnm, en el Parque Nacional Huascarán, donde la señal de internet no llega. A pesar de eso, nada flanqueaba los ánimos de la población, quienes no tardaron en comunicarse con sus familiares jóvenes en la ciudad, para que emitan sus votos. Para Vicente Salvador, presidente del comité de investigación agropecuaria local (CIAL), pero principalmente, orgulloso comunero del distrito de Canrey Chico desde hace 70 años, la noticia renovaba la esperanza de cumplir un gran deseo para esta pequeña comunidad, ¨continuar curando las aguas del río negro, hasta que estén 100% cristalinas¨.

A partir de la década del setenta, las aguas del Rio Negro, principal fuente hídrica para el poblado de Canrey Chico, empezaban a teñirse de un color rojizo, ferroso, como el del ladrillo, los pastos se tornaban amarillos y las truchas empezaban a desaparecer del río. Vicente Salvador, recuerda que antes del terremoto de 1970, sus aguas eran limpias. ¨Nosotros no teníamos canal, nada, sólo teníamos ojos naturales, manantiales, y de eso vivíamos, tanto para animales como para humanos. ¨ Coincide con que, desde la década de los setentas, comienza a acelerarse el retroceso glaciar, que pronto traería importantes implicancias en el abastecimiento del agua, afectando su calidad. Los primeros signos de drenaje de roca ácida, discurrían desde la cuenca del Rio negro, hacia la zona baja, donde la comunidad miraba con asombro los cambios que no sabían aun explicar. En un intento por evocar esos primeros cambios, Vicente recuerda, ¨era agua ácida, sabía a limonada, cuando se lavaba la ropa, teñía, los animales no tomaban esa agua y cuando la gente tomaba, sufría del estómago. ¨

Cincuenta años más tarde y sujetando el Phimetro en la mano, Vicente sabe precisamente que la acidez del agua se debe a la presencia de una larga lista de metales que enumera de memoria, y que continuamente monitorea. En el 2016, frente al problema de contaminación de las aguas por DAR, que sufría la comunidad, los esfuerzos de adaptación resultaron en un innovador proyecto que combina conocimiento local y científico. Los pobladores de Canrey Chico, en colaboración con especialistas del Instituto de Montana, la Universidad Nacional Santiago Antúnez de Mayolo, y de comité Allín Yaku, fabricaron un sistema de filtración natural, basándose en el método de biorremediación y que tiene por finalidad capturar metales en humedales artificiales.

El sistema, se constituyó inicialmente por tres pozas de sedimentación, desde donde fluye el agua por un recorrido de 5km a través de celdas instaladas cada 200mt, y que Vicente llama ¨la tripa¨.  A lo largo de este órgano serpenteante, se han sembrado plantas nativas con capacidad remediadora, como el junco o totorilla, identificadas gracias al conocimiento tradicional local. Al finalizar el trayecto, se espera que el nivel de metales en el agua haya disminuido significativamente y se encuentre en condiciones consideradas adecuadas para su uso agrícola. El enfoque participativo ha sido clave para el éxito de este proyecto piloto, que luego fue replicado en la zona de Shallap, también afectada por los efectos de drenaje de roca ácida. ¨Nosotros hemos compartido nuestro aprendizaje con comunidades de Shallap en Huaraz, hemos ido a dar capacitación, a ver, y así ellos han podido trabajar¨.

Luego de haber comprobado la eficacia del proyecto, la esperanza por expandir el proyecto y así multiplicar los resultados, también creció. ¨La gente está feliz pero preocupada por que no estamos curando al 100% el agua, sólo 20 o 30%, nos falta mucho para poder vivir mejor¨,  confiesa Vicente, mientras piensa incansablemente en como o de dónde conseguir los fondos para aumentar el número de pozas y así,  poco a poco poder destilar cada vez más agua y mejorar la calidad de vida en su comunidad.
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En noviembre del 2021, se anunciaron los dos ganadores del concurso, entre ellos, el proyecto de biorremediación del poblado de Canrey Chico. Esta vez, internado en un hospital de Lima por problemas de salud, Vicente no pudo celebrar junto a su comunidad. Algunas semanas después lamentablemente falleció, dejando en manos de sus compañeros de la comunidad, el deseo y la misión de limpiar sus aguas hasta verlas cristalinas.

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Ciencia y saberes locales:
Un ejemplo de Biorremediación en Canrey Chico

Este tipo de estrategias, basadas en la naturaleza, son técnicas ancestrales que han dado muy buenos resultados en diferentes partes del mundo y en especial en la Cordillera Blanca.

Explicación del Dr. Raúl Loayza-Muro, director del laboratorio de ecotoxicología de la Universidad Cayetano Heredia.

“El rio negro es particular por que su acidez prácticamente no cambia desde su naciente hasta que llega al Río Santa. A pesar de haber algunos pocos afluentes limpios que podrían mejorar su calidad, la intensidad de la acidez es tanta, que prácticamente permanece invariable en su curso. Nos referimos a un Ph muy agresivo, que se sitúa entre los 3 y 4 grados brix. Con la finalidad de mejorar, o tratar de disminuir el efecto de la acidez del agua y poderla recuperar para su uso en agricultura o ganadería, existen algunos métodos de remediación llamados pasivos. Estos métodos de biorremediación utilizan sobre todo modelos biológicos basados en plantas o microrganismos como bacterias, que tienen la capacidad de controlar niveles altos de metales y regenerar la calidad del agua.

Un sistema de remediación puede tener distintas formas, adecuándose al escenario, a la realidad del lugar, del clima, de la geografía, pero, sobre todo, del contenido de metales y acidez que tengan los cursos del agua. En el caso particular de la localidad de Canrey Chico, se diseñó un humedal artificial o wetland, utilizando dos tipos de métodos principales. El primero es un método físico de precipitación de sedimentos que tienen gran concentración de metales como el hierro y sólidos suspendidos. Esta primera etapa del sistema de remediación consiste en cuatro grandes pozas que permiten que todos esos elementos precipiten por gravedad. A continuación, siguen una serie de celdas tipo piscinas, donde el agua va a discurrir, navegando de forma serpenteante, a través de una comunidad de plantas, preparadas para atrapar los metales y de bacterias que van a generar cambios positivos en el PH, disminuyendo la acidez del agua. Se utilizan plantas como juncos, que son nativos de las comunidades alto andinas, adaptadas para vivir a gran altitud, a bajas temperaturas y que pueden crecer y desarrollarse sobre sedimentos ricos en metales. Durante esta secuencia, resulta muy importante controlar que el flujo del agua discurra lentamente, para que logré una mayor interacción con las plantas, de lo contrario se limitaría la retención de metales.

Lo que se espera al final del proceso es que el agua que ingresa, ácida y con gran concentración de metales, pueda salir con una calidad aceptable para ser usada en el riego de pastizales y también en la bebida de animales. No necesariamente para uso humano debido a que los estándares de calidad para ello, son mayores, y se debe guardar cierto cuidado y realizar análisis más profundos para poder garantizar que es un agua segura para las personas.

Este tipo de estrategias, basadas en la naturaleza, son técnicas ancestrales que han dado muy buenos resultados en diferentes partes del mundo y en especial en la Cordillera Blanca. Se ven como una esperanza para poder remediar muchos escenarios que están siendo afectados de manera natural por este drenaje ácido de roca, que no son provocados por el hombre, sino que están causados por el retroceso glaciar y que podrían acelerarse e incrementarse bajo este contexto actual de cambio climático y calentamiento de la atmosfera.

La experiencia de la comunidad de Canrey Chico que ha sido fortalecida a través de una alianza con el Instituto de Montaña y con la Universidad Santiago Antúnez de Mayolo, es un piloto importante de estudiar, ya que los resultados que se puedan lograr, podrían ser replicados en otras comunidades de la Cordillera Blanca que están afectas por la misma problemática. Con infraestructuras que no son difíciles de construir ni de mantener y cuyo costo de mantenimiento es bajo, se puede mejorar la calidad de vida de las personas. Representa un futuro promisorio que las comunidades pueden usar esa agua y vivir de la agricultura, sin tener que abandonar la tierra como ha estado sucediendo en otros lugares. Estos sistemas de remediación tienen impactos muy importantes no solo en los ecosistemas sino en la calidad de vida de las personas y la economía local.”

Material para profundizar

> El drenaje ácido de roca y sus potenciales impactos ambientales / Editado por el Instituto Nacional de Investigación en Glaciares y Ecosistemas de Montaña – INAIGEM 08/2021 

> Implementación de dos sistemas de biorremediación como estrategia para la prevención y mitigación de los efectos del drenaje ácido de roca en la Cordillera Blanca, Perú (PDF Extract)
/ Revista de glaciares y ecosistemas de montaña – INAIGEM

> Observaciones del retroceso glaciar y su potencial impacto en la disminución de la calidad del agua (PDF Poster)
/ Yeidy Nayclin Montano Chávez, Frank Santiago Bazan, Helder Mallqui Meza, Pedro Miguel Tapia Ormeño – INAIGEM

> Guía de Biorremediación (PDF Presentation)
/ Vidal Rondán y Doris Chávez – INSTITUTO DE MONTAÑA 

Mapas de monitoreo

> Puntos de monitoreo de calidad de agua microcuenca SHALLAP
Dirección de Investigación en ecosistemas de montaña – INAIGEM

> Puntos de monitoreo de calidad de agua microcuenca QUILLCAYHUANCA
Dirección de Investigación en ecosistemas de montaña – INAIGEM

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