¨¡Aluvión, aluvión¨! El grito de los pobladores del nuevo sector de Centenario en la ciudad de Huaraz, se ahogaba en el lodo. Un eco de pánico sonaba revuelto entre el ruido de las piedras. El ¨agua negra¨ como la describieron los sobrevivientes, no se deslizaba, formaba oleajes violentos de hasta diez metros, que descendían de las alturas a 40km por hora. Se abría paso desenraizando árboles de eucalipto y aliso, remolcando peñones gigantes, sepultando bajo un manto turbio, huertas, casas, iglesias, escuelas, puentes y miles de vidas humanas. La alerta había llegado demasiado tarde. Una nube de polvo denso se levantaba sobre la ciudad de Huaraz, eclipsando una escena de terror.
Eran las 6:35 de la mañana del 13 de diciembre de 1941. Un sábado como cualquier otro. Algunos hombres aporcaban maíz en la chacra, otros se disponían a ir a la ciudad de Caraz, los niños jugaban en las veredas, despreocupados. Sin adivinar qué, en las alturas se gestaba una catástrofe que descendería en pocos minutos para arrebatarles todo. Una avalancha estaba a punto de recorrer, como un torrente rabioso la quebrada del Cojup, desapareciendo casi por completo, la capital ancashina.
De pronto, un estruendo desconcertante partió el día en dos. A 4,566m.s.n.m, un gigantesco bloque de hielo del nevado Palcaraju se desprendió, cayendo a plomo sobre el espejo de agua del lago Palcacocha, que inmediatamente estalló. Sus aguas desbordadas se precipitaron sin freno cuesta abajo, inundando al lago Jiracocha, que no pudo soportar la presión. En segundos su dique morrénico frontal se rindió, liberando cerca de 12 millones de metros cúbicos de agua. El torrente de agua, lodo y rocas, atravesó con vehemencia la quebrada del Cojup, y en minutos arrasó con la nueva zona de expansión urbana de Huaraz. Dadas las circunstancias tan violentas e intempestivas en las que ocurrió el aluvión, fue muy difícil calcular y constatar el número real de muertes. Diversas publicaciones difieren en el dato y contabilizan entre 1500 y 5000, sin embargo, la cifra más confiable para el investigador Steven Wegner, autor del libro ¨Lo que el agua se llevó¨, es la estimada por la Cruz Roja Peruana, de 1800 fallecidos, que no lograron esquivar el aluvión.
Algunos corrieron hacia la zona alta del Cementerio General buscando refugio, otros subían a los árboles aferrándose a sus troncos, y a la mayoría, les faltó tiempo. De un momento a otro, la ciudad había perdido a un tercio de su población. El nuevo hotel de turistas, inaugurado sólo cinco días antes, fue brevemente un refugio para muchos, pero rápidamente también fue extirpado de sus cimientos y demolido por la ola de lodo. Las pérdidas en infraestructura fueron declaradas incalculables, las vidas humanas, aun mucho más. La laguna Jiracocha había desaparecido para siempre y la laguna Palcacocha había quedado casi vacía.
Sobre la ciudad remanente de Huaraz, quedó una gran huella de piedras blancas entre las avenidas Raimondi y Centenario, un sendero fantasma por el cual descendió el ¨tsunami andino¨, que no dejó más que familias incompletas en una ciudad en ruinas.
A 80 años del aluvión de 1941, la laguna Palcacocha, sigue siendo un tema pendiente. Una bomba de tiempo alojada a 4566m.s.n.m, debajo de las cumbres de los nevados Palcaraju y Pucaranra, en pleno corazón de la cordillera blanca, en Perú. El problema sigue siendo el mismo, pero el riesgo mayor. Un predecible desborde de sus aguas, basado en decenas de estudios científicos, amenaza con destruir por segunda vez la ciudad de Huaraz, donde hoy habitan más de 120 mil personas. En los últimos 40 años, el volumen de la laguna se ha incrementado 34 veces. Después del fatídico aluvión, Palcacocha quedó con sólo 500 mil metros cúbicos de agua, hoy supera los 17 millones.
Este incremente desmedido responde al proceso de desglaciación acentuado en la Cordillera Blanca como consecuencia directa del calentamiento global. Según el Instituto Nacional de Investigación en Glaciares y Ecosistemas de Montaña (INAIGEM), en los últimos 50 años, el Perú ha perdido más del 50 % del área glaciar, incrementando velozmente el volumen de las lagunas y la probabilidad de ocurrencia de aluviones y avalanchas. Esto no sólo significa la pérdida del más crucial de los recursos hídricos a mediano plazo, sino el riesgo actual de potenciales desastres que se esconden en las cuencas glaciares y que exponen a muchas poblaciones vulnerables de alta montaña.
¨Durante los meses secos sólo se abren tres sifones, por el frío que hace en mayo, junio, julio y agosto no hay aporte de la montaña, pero durante los meses de lluvia los diez sifones tienen que estar abiertos para succionar el agua y minimizar el riesgo para la ciudad de Huaraz. ¨
Durante la temporada de lluvia, entre los meses de setiembre y abril, el peligro se incrementa debido a la presencia de nubes que produce una suerte de efecto invernadero en las montañas y los desprendimientos suceden con mayor frecuencia. Masas de hielo caen sobre las superficies de las lagunas, generando riesgosos oleajes como los registrados en el año 2003 por la cámara de vigilancia de Palcacocha. Este suceso no paso a ser más que una seria advertencia contenida por los diez sifones instalados con el fin de disminuir el volumen lagunar. El sendero pedregoso, desértico, que dejó a su paso el aluvión de 1941, se ha transformado en un centro poblado, donde co-habitan miles de personas con el riesgo latente de un nuevo desastre. La falta de prohibición por parte de las autoridades de construir al lado del rio Quillcay, ruta por donde previsiblemente pasaría otro aluvión, se visibiliza con mayor fuerza cada vez que Palcacocha envía una advertencia. Una investigación publicada en noviembre de 2018 en la revista Frontiers in Earth Science, estimó que, ante una nueva avalancha de gran magnitud, la población de Huaraz, asentada en la ruta aluviónica, tendría tan sólo una hora para evacuar antes de que el agua arrase con todo.
Las lecciones están hechas para aprenderse tarde. Entre los años 1932 y 1940 el glaciólogo austriaco Hans Kinzl había empezado a estudiar los glaciares y lagunas de la Cordillera Blanca, advirtiendo prematuramente el peligro que representaban para las poblaciones asentadas a sus faldas, ante un posible desborde. Sus advertencias acerca de la laguna Palcacocha llegaron demasiado temprano para generar reacciones en las autoridades de aquel momento, en que existía muy poco conocimiento científico acerca de la dinámica de los glaciares, sus lagunas y del peligro de aluviones.
La motivación no fue suficiente para implementar obras de prevención. Es así, como empezó a escribirse el catastrófico episodio de Huaraz, de 1941. Tras el aluvión de Palcacocha, el estado peruano fue forzosamente consciente, por primera vez, de los peligros desatendidos que escondían los lagos glaciares. Cuando el gobierno comprendió la magnitud y amplitud del problema, puso en marcha el Programa de Glaciología y Seguridad de Lagunas (PGSL) con el fin de evaluar la situación y mitigar a tiempo los peligros en aquellos lagos que representaban una amenaza real.
La primera acción fue instalar dos sifones con el fin de drenar el agua y evitar que los niveles subieran, dado que aquel GLOF había rebajado la morrena del lago, dejando expuesto un riesgo inminente. Durante las siguientes décadas, el Perú llevó a cabo diversos proyectos de drenaje y represas en 40 lagos de la Cordillera Blanca, siendo uno de los mayores logros, evitando catástrofes que estaban por venir y que no pasaron a ser más que peligrosas advertencias.
¨La Cordillera Blanca ha sido la cadena glaciar más afectada por el cambio climático a nivel mundial y ello se traduce en la desglaciación de importantes nevados y la crecida de las lagunas que ahora suponen un peligro para las poblaciones.¨
Cuando el terremoto de magnitud 7,9 sacudió la región de Ancash en 1970, las obras en la laguna Palcacocha fueron seriamente afectadas y debieron reemplazarse por tuberías de drenaje de acero y un gran muro de contingencia. En el 2003 la obra pasó una prueba real con éxito, tras resistir una fuerte ola que no llegó a convertirse en GLOF. Hasta entonces, Perú era considerado como un país pionero en el manejo de reducción de los peligros glaciares, un referente en gestión preventiva que había aprendido de la manera más dura.
Una segunda laguna, la 513, también generaba gran preocupación, la amenaza esta vez, recaía sobre la ciudad de Carhuaz. Los gobiernos británico y austriaco financiaron anticipadamente la instalación de sifones para reducir el nivel del agua de la laguna 513. En 1991, estas medidas evitaron una catástrofe cuando una avalancha de hielo provocó un GLOF que no causó víctimas pero que ocasionó rupturas en la morrena. Tras el episodio, se construyó un sistema mayor, de 4 túneles con la capacidad de disminuir el nivel de agua en 5 metros. Este sistema logró resistir múltiples episodios a lo largo de los años y mitigar los efectos de la gran avalancha del 2010, que, si bien rompió la presa, y hubo pérdidas de infraestructura no causó victimas mortales.
Con el tiempo y debido a la transferencia de poderes del gobierno central a los gobiernos regionales, los proyectos de gestión de riesgo y prevención, fueron debilitándose y las obras desatendidas, situación que persiste hasta el día hoy. En el 2011, luego de constatar los altos niveles de agua en la laguna Palcacocha, se optó por instalar seis tubos de sifonamiento que permitieran reducir los niveles de agua, pero la disminución no fue significativa y la solución sólo temporal. Desde entonces, siguen pendientes los trabajos de refuerzo del dique y de un canal de desfogue, necesidad impostergable para reducir de forma definitiva el riesgo por desembalse de la laguna. La obra lleva diez años de retraso. La frustración es grande para quienes saben como prevenir un nuevo desastre, pero no cuentan con acceso a fondos ni apoyo por parte del gobierno regional.
Finalmente, es una carrera contra el tiempo donde la única manera de ganar, es preparándose para prevenir lo previsible.
La subcuenca del río Quillcay tienen una superficie de 248km², de los cuales el 37% corresponden a la ciudad de Huaraz. Acogida por el Valle interandino del Callejón de Huaylas, sobre los 3000m.s.n.m, Huaraz coexiste en medio de un dramático contraste entre la Cordillera Blanca y la Negra. En esta ciudad, viven más de 120 mil habitantes y de éstos, cerca de 50 mil están asentados en el cono aluviónico del río Quillcay, zona declarada en estado de emergencia debido al potencial peligro que presenta la laguna Palcacocha, ante un posible desborde.
¨ ¡Vecina la reunión, no sé olvide de la reunión¨! ¡¨Sus bolsas¨! Grita con entusiasmada prisa, Katty Jara Nuñez, mientras hace timbrar con una moneda la reja de una vivienda. Continua su misión, acelerando su paso por varias cuadras estrechas, encarriladas por muros de adobe y caminos de polvo, repitiendo el mismo llamado, casa por casa. Kathy es la Lideresa del Asentamiento Humano Señor de los Milagros, ubicado sobre el malecón Sur del Rio Quillcay. Está encargada de convocar a los vecinos de su sector a que asistan a las reuniones de sensibilización y capacitación sobre las medidas de prevención y acción en caso de una emergencia, que forman parte de la campaña de comunicación del proyecto IMACC.
La propuesta del proyecto IMACC (Medidas de Adaptación al Cambio Climático en Cuencas Seleccionadas) impulsado por el Ministerio del Ambiente y por la Mancomunidad Municipal WARAQ, es una promesa urgente ante un contexto en el cual la ineficiencia del gobierno regional de Áncash y el gobierno local de Huaraz, se evidencia claramente en la desorganización barrial, la desinformación y falta de conocimientos cruciales, como las rutas de evacuación y zonas seguras, en sectores donde debió prohibirse la construcción de viviendas, en primera instancia. El proyecto IMACC, viene preparando a la población en zonas de riesgo, a través de una campaña integral que incluye charlas mensuales, señalización de rutas diseñadas por los vecinos y simulacros, que buscan minimizar los impactos y desarrollar capacidad de respuesta frente a un posible aluvión en la ciudad de Huaraz.
¨A partir que suena la sirena de Palcacocha, tenemos de 15 a 20 minutos para llegar al Sport Soledad que es una zona segura¨ recita Kathy ante la cámara, mostrando su bolsa de emergencia que contiene alimentos locales como harina de habas, cancha y trigo. Al girar la bolsa de yute se visualiza un bordado a colores con un mensaje optimista; ¨Si Palcacocha viene, sólo será de visita, nosotros estamos preparados. ¨
Consecuencias y lecciones del Aluvión de Huaraz de 1941 / Serie “Notas Técnicas sobre Cambio Climático” – Proyecto IMACC ejecutado por el Ministerio del Ambiente, Perú.
Oswaldo Valverde Caballero, 97 años de edad.
“A lo largo de los primeros 400 m del dique de seguridad, por debajo del nivel de agua, hay una barrera sumergida de unos 50 metros de altura que, eventualmente, podría retener el avance de un posible oleaje procedente de la zona posterior de la laguna.”
Jesús Gomez López – INAIGEM
Director de Investigación en Glaciares
ANA Autoridad Nacional del Agua
Historias de Montañas – INAIGEM 2020